Sturzengger: "En todos los lugares donde hemos desregulado hay caídas del precio real de los bienes"

Federico Sturzenegger tiene una gran ambición: convertir a la Argentina de uno de los países más regulados a ser la economía más libre del planeta. El objetivo del ministro de Desregulación y Transformación del Estado es la totalidad de la legislación nacional.

Nombrado por el Presidente Javier Milei tras la victoria electoral del líder libertario hace un año, Sturzenegger ha clasificado las aproximadamente 4200 leyes del país sudamericano en tres categorías: eliminar, cambiar o mantener.

“Cuanto peor sea la sociedad, más leyes habrá. En el infierno, sólo hay leyes”, le dijo Sturzenegger, exdirector del Banco Central de Argentina, al Financial Times, citando al difunto profesor de Derecho estadounidense Grant Gilmore. “Vamos a desmontar todo eso”, añadió el ministro.

Tiene mucho trabajo por delante, ya que Milei pretende cumplir su promesa electoral de “pasar la motosierra por el Estado”. Argentina ocupa el puesto 145 en el Índice de Libertad Económica de la Fundación Heritage de Estados Unidos, por debajo de Uganda y por encima de Pakistán.

El partido de Milei, La Libertad Avanza, sólo cuenta con una pequeña minoría en ambas cámaras del Congreso, lo que obliga al Gobierno a formar coaliciones ad hoc para aprobar leyes.

Para evitarlo a corto plazo, Milei convenció en junio al Congreso para que le concediera poderes de emergencia durante un año y aprobara una amplia ley Ómnibus. En diciembre, el Presidente promulgó un decreto de emergencia que anulaba o modificaba más de 300 normas

Estas medidas le abren el camino para cumplir su promesa electoral de decretar cambios y reestructurar el Gobierno sin necesidad de aprobación legislativa en cada ocasión. Espera conseguir un bloque legislativo mucho mayor en las elecciones de mitad de mandato del próximo octubre.

“Esta delegación [de poder] es extraordinariamente amplia”, declaró Sturzenegger al FT. “Puede cerrar entidades [gubernamentales], puede reestructurar prácticamente cualquier parte de la administración pública”.

El resultado ha sido un audaz experimento de terapia de shock de libre mercado. Milei ha reducido drásticamente el déficit fiscal del país, de alrededor del 5% del PBI a cero casi de la noche a la mañana, con medidas como la interrupción de todos los gastos de capital y el aumento de las jubilaciones y los salarios públicos por debajo de la tasa de inflación de Argentina, que alcanzó el 209% en el año transcurrido hasta finales de septiembre, la cifra más reciente disponible.

Pero los economistas y los políticos de la oposición se preguntan hasta qué punto son sostenibles algunos de los recortes del Presidente

JPMorgan advertía en una reciente nota de investigación de “un margen más limitado para seguir ajustando los gastos” el próximo año. “Es probable que la caída de las jubilaciones y de los salarios reales no se repita el próximo año (electoral), con una inflación que tiende a la baja, mientras que el gasto de capital y las transferencias a las provincias ya están en mínimos históricos”, señaló.

“No veo que dejen un Estado mejor”, dijo Martín Lousteau, figura centrista del opositor partido Radical. Milei “tiene la idea de que Argentina puede bajar el gasto público en [otros] 13 puntos del PBI y eso liberará más fuerzas productivas. No creo que ese camino sea posible”.

Sturzenegger, economista formado en el MIT, dijo que había que derogar el 15% de las leyes argentinas y modificar otro 15%. El ministro también ha puesto la mira en una maraña de decretos y reglamentos secundarios, muchos de los cuales, según él, no tienen sentido para los consumidores y están frenando la economía.

El Gobierno ha desregulado el transporte aéreo y colectivos, ha simplificado el divorcio, ha puesto fin al control de los alquileres, ha obligado a los proveedores estatales de asistencia sanitaria a recetar medicamentos genéricos más baratos en lugar de los de marca y ha facilitado la ejecución de contratos denominados en dólares estadounidenses.

“En todos los lugares donde hemos desregulado se han producido caídas significativas del precio real de los bienes”, afirmó Sturzenegger.

Entre las normas más arcanas que el ministro ha citado como candidatas para el hachazo figura una regulación que obliga a los importadores a convocar a un representante de la empresa local que fabrica el mismo producto cuando introducen la mercancía en el país.

“Argentina está atrapada en un triángulo de las Bermudas”, afirmó Sturzenegger, señalando que sus “tres vértices” son “la casta empresarial, que ha hecho de Argentina el segundo [mercado] más cerrado del mundo”, los sindicatos y el peronismo, que gobernó Argentina durante la mayor parte de los 41 años transcurridos desde el retorno a la democracia en 1983.

“Yo llamo al partido peronista el partido conservador argentino”, dijo el ministro. “Es el partido de los grupos de interés, el partido que defenderá los intereses de los sindicatos y los intereses de las grandes empresas en detrimento de la población en general”.

Pero los dirigentes peronistas afirman que muchos argentinos quieren un Estado más grande y mejor que la alternativa recortada de Milei.

“Nada de lo que ha dicho Milei… representa las ideas más profundas de la sociedad argentina”, le dijo Axel Kicillof, gobernador de la provincia de Buenos Aires, al FT el mes pasado. “Su victoria tiene que ver con la insatisfacción y el enojo con la política, que no son exclusivos de Argentina”.

Hasta ahora, sin embargo, la oposición a la reforma libertaria por parte de un público cansado del despilfarro y la corrupción del gobierno ha sido más moderada de lo que muchos analistas predijeron. A pesar de que los sindicatos han convocado protestas periódicas y huelgas cortas, sólo un par de ellas han obtenido un apoyo público más amplio.

“El programa [de desregulación] no es sólo un programa de libertad”, afirmó Sturzenegger. “Creemos que las personas libres que comercian libremente encontrarán los mejores acuerdos para ambas partes”.