En un giro inesperado en el conflicto que ya lleva más de 1.200 días desangrando a Ucrania, Vladímir Putin se mostró dispuesto a sentarse a hablar con Volodímir Zelenski para poner fin a la guerra. El líder ruso, en el Foro Económico de San Petersburgo, dijo que quiere resolver el enfrentamiento “cuanto antes”, pero dejó en claro que cualquier diálogo depende de que las negociaciones de paz lleguen a una etapa decisiva. ¿Una luz al final del túnel o una jugada estratégica?
Mientras las palabras de Putin resuenan, el frente no da respiro. Ucrania informó que derribó 30 de los 58 drones rusos lanzados en un nuevo ataque nocturno, y Rusia aseguró haber neutralizado 48 drones ucranianos. En el terreno, Moscú presume avances: capturó dos localidades en las regiones de Sumi y Járkov, apretando el cerco en el noreste. En Kiev, el dolor no cede: un bombardeo ruso del martes dejó al menos 28 muertos, en uno de los ataques más brutales contra la capital desde que empezó la invasión en 2022.
El tablero internacional también se mueve. Rusia tildó de “ilegales e inútiles” las sanciones que le impuso Canadá, mientras la Unión Europea analiza cómo seguir presionando al Kremlin. En un episodio insólito, la Iglesia ortodoxa estonia, ligada a Moscú, está en el ojo de la tormenta tras la expulsión de su líder, acusado de respaldar la invasión rusa.