En Córdoba, el apellido Zelarayán ya no es solo un nombre en la planilla de Belgrano. Es una marca registrada, un símbolo de identidad y pasión que se transmite de generación en generación.
Lucas “Chino” Zelarayán, capitán y emblema de 33 años, volvió en 2024 para cerrar el círculo en el club donde empezó a soñar con la pelota. Lo hizo después de brillar en Tigres de México, levantar la MLS Cup con Columbus Crew y dejar su huella en Arabia Saudita. Pero Belgrano es su lugar en el mundo. Ahí está su gente, su barrio Residencial Oeste, las tardes de potrero, los goles dedicados a su abuela Delly y la figura inolvidable del tío Billy, que fue el primero en meter a los Zelarayán en las inferiores celestes.
La historia no termina en él. El domingo, el Gigante de Alberdi fue testigo de un momento que quedará grabado: el debut en Primera de su sobrino Gonzalo, de 21 años. Zurdo, habilidoso, con esa frescura que pide la tribuna.
Una noche redonda
Por la fecha 9 de la Liga Profesional, Belgrano goleó 3-0 a Newell’s. Fue un partido con sabor a familia. A los 38 minutos del primer tiempo, Metilli abrió el marcador con un derechazo desde afuera. En el complemento, “Uvita” Fernández clavó el segundo con un misil al ángulo. Y cuando el partido ya pedía epílogo, llegó la postal: el ingreso de Gonzalo, la asistencia del “Chinito” y el gol de Lucas, su tío, para sellar el 3-0.
El abrazo de los dos, en el área rival, hizo estallar a Alberdi. “Es una emoción enorme. Me imagino cómo lo está viviendo toda mi familia. Gonzalo es un chico que escucha y está creciendo con calma”, dijo el capitán, con lágrimas contenidas.
Mucho más que puntos
El triunfo cortó una racha de cuatro partidos sin ganar y acomodó a Belgrano en la tabla: 12 puntos y séptimo lugar en la Zona A, junto a Defensa, Tigre y Huracán. Para Newell’s, en cambio, la derrota significó hundirse un poco más en la zona baja y encender las alarmas.
Pero más allá de los números, lo que quedó fue la historia. Los Zelarayán celebrando en la cancha lo que después continuaron en familia, con asado y brindis. Porque en esa casa de Córdoba, hasta la madre de Lucas juega torneos amateurs y su hermano Marcos también pasó por el fútbol.
El próximo desafío será mayúsculo: Talleres, nada menos que el clásico cordobés. Y en la previa, la hinchada ya tiene una certeza: los Zelarayán son mucho más que una dinastía de jugadores. Son el pulso del Pirata.