La vulnerabilidad de Argentina frente al cambio climático

Desde hace unos años, el cambio climático se ha convertido en una amenaza latente para la Argentina.

A pesar de tener una gran variedad de climas y ecosistemas, el país tiene una gran fragilidad ante este fenómeno.

El cambio climático está acelerando la desertificación de grandes zonas del territorio argentino, generando un impacto directo en la economía y en la vida de las personas que habitan las áreas afectadas.

Según el panel intergubernamental sobre el cambio climático (IPCC), el aumento de la temperatura media global en 1.5 °C podría tener consecuencias catastróficas para el mundo. En Argentina, el aumento de la temperatura podría reducir el rendimiento de los cultivos en un 20%, afectando especialmente a los sectores agrícola y ganadero.

Nuestra vulnerabilidad frente al cambio climático es tanto más alta cuanto que el país cuenta con una población que en su mayoría vive en zonas urbanas y, por ende, depende de los recursos naturales.

A finales del 2019, el presidente Alberto Fernández anunció en una reunión de la ONU que Argentina se unía a la meta de cero emisiones para el año 2050. Este compromiso, no obstante, no está exento de dificultades, dado el rezago en materia de medidas de protección ambiental.

El país está sufriendo la peor sequía de los últimos 60 años, afectando gravemente a la economía. Según el Banco Mundial, esto podría costar un 3,8% del PBI en 2030.

La defosteración será otro problema a resolver sí se quiere evitar un panorama más sombrío al actual.