Axel Kicillof buscó apoyo político de los intendentes para más restricciones

Como en anteriores oportunidades donde presionó para rigidizar el sistema de controles sociales por la pandemia, Axel Kicillof buscó este jueves apoyo político de los intendentes en procura de mayores restricciones en el Conurbano e Interior bonaerense.

Extiende esa búsqueda de consenso al AMBA, con limitación horaria para los comercios y continuidad de cierre de clases presenciales en 40 distritos de los anillos que rodean a la Ciudad Autónoma.

Ese esquema, además, de monitoreo más riguroso en la circulación de personas y prolongación de la veda nocturna, quiere trasladar en un eventual acuerdo con el jefe de CABA, Horacio Rodríguez Larreta. El consenso está a mitad de camino. Larreta insiste en la presencialidad de clases, por lo menos en el nivel de enseñanza primaria.

No difiere del planteo que realizan los alcaldes de Juntos por el Cambio del Gran Buenos Aires, quienes advierten sobre «la necesidad» de no alterar la presencia de chicos en las escuelas. Además, ajustan la observancia en mantener la productividad. La economía preocupa. En ese plano, Kicillof asiente. La encrucijada es cómo solventa el estado provincial el recorte de actividades que sobrevendrá al anuncio de este viernes.

El presidente Alberto Fernández tiene la misma disyuntiva. Escasez de recursos para destinar a los sectores económicos más expuestos y los agentes de trabajo informal que también quedarían a la intemperie.

El 43% de la economía bonaerense es informal. Ahí habría otro choque de necesidades: Kicillof les pidió a los intendentes, durante la teleconferencia, que colaboren con controles efectivos en sus municipios. Los jefes comunales comprometen esfuerzo. Aún con la evidencia del funcionamiento sin freno de las ferias comerciales callejeras, los paseos de compras, aglomeraciones varias y nodos de transporte público desbordados (como el ferroviario).

El transporte es un elemento de conversación entre la administración de Kicillof y de Larreta. Los jefes de Gabinete, Carlos Bianco (Buenos Aires), y Felipe Miguel (CABA) mantienen diálogo abierto sobre ese ítem. La Ciudad Autónoma pondría retenes en 40 de los 60 accesos a la capital porteña.

La premura por encontrar vías comunes es empujada por los últimos datos sanitarios preocupantes: el porcentaje de ocupación de camas a nivel nacional es del 68,4%. Es un piso manejable todavía. Pero, en el AMBA subió al 76,6%. En muchos casos, hay municipalidades bonaerenses que ya no disponen de Unidades de Terapias Intensivas (UTI) por el crecimiento de pacientes graves. Se disponen derivaciones con más aceleración que hace diez días. Tandil, por ejemplo, tuvo que derivar paciente hasta Pinamar. Y es sólo un caso.

El 40% de pacientes ingresados a los hospitales y sanatorios son «sub 50», es decir menores de 50 años, una tendencia novedosa cuando hasta hace semanas los enfermos internados en su mayoría eran sexagenarios o adultos mayores sobre esa franja etaria.

Desde el lunes Fernández, Kicillof y Larreta aguardan la evolución de los contagios, de las internaciones y de las muertes por COVID. En todo este tiempo no hubo información alentadora : de los nuevos 26.053 casos reportados este jueves, 12.208 son de la Provincia y 2.972 de la Ciudad Autónoma.

Esa presunción de agravamiento desarrolló el gobernador en el zoom con intendentes. Les dijo: “Necesitamos reducir la cantidad de contagios, lo que requiere disminuir la circulación y, al mismo tiempo, profundizar los cuidados personales y el cumplimiento de los protocolos”. Casi de manual. Sostiene que las restricciones dispuestas hace 15 días se deben agudizar, profundizar. Su viceministro de Salud, Nicolás Kreplak, actuó como soporte al explicar que “las medidas tomadas por el Gobierno Nacional y por la Provincia han sido efectivas para disminuir el crecimiento de los casos, lo que vuelve a demostrar la eficacia de las restricciones sobre la circulación”.

El funcionario insistió: “Mientras haya más ingresos que egresos en los hospitales, el sistema sanitario estará en riesgo”.

Todos los alcaldes oficialistas acuerdan con el mayor celo sanitario que proponen el gobernador y el staff de especialistas que reúnen el ministro del área, Daniel Gollán. Incluso, estimulan cierres más rigurosos. Mario Secco (Ensenada), entre ellos. Confrontan con la apreciación más moderada de Jorge Macri (Vicente López), Néstor Grindetti (Lanús), Julio Garro (La Plata ), Gustavo Posse (San Isidro) y otra decena de jefes comunales de Juntos por el Cambio.

Aparecen distantes en otro tema. Las presuntas decisiones «inconsultas» de Kicillof o la «parcialidad» comunicativa del gobernador limitada sólo a los intendentes del Frente para la Victoria. Este jueves, con la teleconferencia, se habría buscado un poco de horizontalidad.

A lo largo de la audiencia, Kicillof comunicó «el esfuerzo grande para ampliar el sistema sanitario», pero -según la advertencia- no hay capacidad de respuesta que alcance cuando el aumento de los casos es exponencial”.

“Sin lugar a dudas todos queremos salvar vidas y a los intendentes nos toca de cerca porque conocemos a los vecinos que lo padecen”, se anotó después Jorge Macri, presidente del PRO bonaerense.

Nadie aparece refractario a la adopción de medidas, en plena segunda ola de contagios masivos. El tono está en la gradación de esas restricciones.

“Apoyaremos las medidas que tome el Gobierno Nacional, necesitamos disminuir la circulación en el AMBA para poder cortar la cadena de contagios”, diría un rato más tarde el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, casi como un formato de letras.

Fuente: Clarin.com