La Armada Argentina está negociando la compra de dos fragatas multipropósito clase Iver Huitfeldt a Dinamarca, una adquisición que puede representar un salto cualitativo considerable en la capacidad de defensa antiaérea del país.
Estos buques cuentan con sistemas avanzados que permitirían a Argentina dotarse de una auténtica “cúpula de hierro”, capaz de proteger amplias zonas del Atlántico Sur, así como ciudades costeras o portuarias, frente a amenazas aéreas modernas.
Una cúpula de hierro antiaérea: alcance y defensa multicapa
El núcleo de la defensa aérea de las fragatas clase Iver Huitfeldt es el sistema de lanzamiento vertical Mk 41, que puede operar el misil Standard Missile 2 (SM-2) de largo alcance, fabricado por la compañía estadounidense Raytheon. Este misil, con un alcance operativo que varía entre 74 km y más de 160 km según la versión, es capaz de interceptar cazas, drones, bombarderos y misiles enemigos a grandes distancias, proporcionando una cobertura de área que no tiene precedentes en la Argentina.
De hecho, El SM-2 es un arma utilizada en las flotas más avanzadas del mundo y su disponibilidad en la región latinoamericana es, por el momento, muy limitada.
Complementando al SM-2, estas fragatas danesas cuentan con el misil Evolved Sea Sparrow (ESSM), un interceptor de media distancia con alcance de hasta 50 km y velocidades superiores a Mach 4. Este misil actúa como segunda capa en la defensa aérea, interceptando amenazas que logran superar el primer anillo del SM-2. La combinación SM-2 y ESSM genera un sistema de defensa antiaérea multicapa, capaz de enfrentar ataques saturados y misiles modernos con alta efectividad.
Un salto respecto de las viejas fragatas argentinas Meko 360
Las Iver Huitfeldt representan un avance sustancial frente a los destructores Clase Meko 360 que actualmente utiliza la Armada Argentina. Los Meko 360 cuentan con armamento antiaéreo básico y limitado a corto alcance, como los misiles Aspide (hasta 25 km), con radares y sistemas electrónicos menos capaces para la defensa aérea de área o la gestión simultánea de múltiples amenazas. Hay que recordar que estos navíos llegaron al país en la década del 80, luego de la guerra por las Islas Malvinas.
Las nuevas fragatas Iver Huitfeldt, en cambio, disponen de radares Thales SMART-L y APAR de última generación, sonar Atlas ASO 94, sistemas electrónicos avanzados y capacidades de guerra electrónica modernas, que posicionarían a la Armada Argentina en un nivel tecnológico comparable al de potencias navales.
El misil SM-2 en América Latina
La capacidad de defensa antiaérea de largo alcance es todavía escasa en América Latina. En la región, Chile es actualmente la única nación que opera el misil SM-2 en fragatas, habiendo incorporado desde 2020 dos unidades clase Adelaide (ex-Australia) equipadas con SM-2 MR Block IIIA, que alcanza más de 160 km. Esto brinda a Chile una capacidad de defensa antiaérea de área naval operativa y consolidada.
Brasil, por su parte, aún no cuenta con misiles de defensa aérea de largo alcance en sus buques. Sus sistemas actuales son de corto y medio alcance, como Aspide y Sea Sparrow, sin contar con un misil comparable al SM-2 operando en la flota. Sin embargo, Brasil está desarrollando proyectos para incorporar misiles Standard en nuevas fragatas Tamandaré, con un alcance estimado de 75-90 km. Además, Brasil evalúa sistemas tierra-aire de medio y largo alcance, aunque aún sin despliegue operativo a gran escala.
A nivel terrestre, sólo Venezuela dispone en la región de misiles antiaéreos de largo alcance como el S-300 de origen ruso, que cuenta con un alcance estimado de 200 Km (aunque exclusivamente en sistemas fijos y no navales).
Capacidades complementarias de las fragatas Iver Huitfeldt
Más allá de su impresionante defensa aérea, las fragatas Iver Huitfeldt son plataformas multipropósito. Incorporan misiles antibuque Harpoon Block II, cañones OTO Melara de 76 mm, sistemas de defensa cercana CIWS Millennium de 35 mm, lanzadores de torpedos MU90 Impact y un sonar avanzado para guerra antisubmarina.
Además, cuentan con hangares y plataformas para helicópteros medianos y una autonomía estratégica de hasta 9.000 millas náuticas. Sus modernos sistemas electrónicos y de guerra electrónica las convierten en auténticas plataformas de control y protección integral en el mar.
Impacto para la defensa aérea
La incorporación de estas fragatas colocaría a Argentina, junto con Chile, a la vanguardia de la defensa aérea naval en América Latina, especialmente en el Atlántico Sur.
Las Iver Huitfeldt dotarían a la Armada de una “cúpula de hierro” marítima, capaz de defender zonas marítimas clave con una capacidad protectora comparable a la de unidades de la OTAN. De hecho, con esta adquisición el arma naval argentina tendría una capacidad de defensa antiarérea superior incluso a la de la Fuerza Aérea, que actualmente solo cuenta con sistemas de corto alcance (misiles y armas de tubo).