Milei en Nueva York: encuentros clave con Trump y Georgieva en medio de expectativa y tensión económicadel 23 de septiembre

La Gran Manzana recibió este lunes al presidente argentino, Javier Milei, entre la mezcla de luces de rascacielos y pantallas que no dejan de parpadear con noticias internacionales. Con una agenda cargada de expectativas y reuniones bilaterales de alto voltaje, el mandatario aterrizó decidido a reforzar la economía argentina ante un momento de turbulencia interna y mercados inquietos.

Milei llegó acompañado de su comitiva: la jefa de Gabinete, Karina Milei, el ministro de Economía, Luis Caputo, el canciller Gerardo Werthein, y el vocero presidencial Manuel Adorni. Tras un breve encuentro con el economista Alberto Ades, el plato fuerte del día será la reunión con Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI, programada para esta tarde. En ese encuentro se espera avanzar en la implementación del programa económico argentino, que ya supera los 44 mil millones de dólares en asistencia financiera, pese a recientes tropiezos legislativos en Buenos Aires.

Pero antes, la atención global se posará en la cita con Donald Trump, prevista para las 12:45 horas (hora argentina), durante la intervención del presidente estadounidense ante la ONU. Según fuentes oficiales de la Casa Blanca y de la Cancillería argentina, la relación bilateral atraviesa un “momento de sintonía estratégica”, reforzada por la presencia del secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, quien adelantó que Washington evalúa “todas las opciones” para estabilizar la economía sudamericana, desde líneas de swap hasta compras directas de deuda argentina en dólares. “El presidente Trump tiene confianza absoluta en Milei y su equipo”, enfatizó Bessent, generando un efecto inmediato en los mercados locales, que habían registrado volatilidad en la última semana.

El contexto no es sencillo. Tras la derrota en las elecciones midterm de Buenos Aires y con los comicios nacionales de octubre a la vista, Milei enfrenta cuestionamientos por medidas de austeridad que, aunque lograron un superávit fiscal y cierto control de la inflación, también provocaron protestas por recortes en salud, educación y asistencia social. El FMI ha insistido en equilibrar esas políticas con protección a los sectores más vulnerables, una línea que Georgieva reiteró hace apenas un mes.

La agenda de Milei no se limita a política y finanzas. Esta noche recibirá el Premio Ciudadano Global 2025 del Atlantic Council, en una ceremonia que reunirá a líderes como el presidente francés Emmanuel Macron. El miércoles, el mandatario expondrá ante la ONU sobre la libertad económica y su crítica al llamado “socialismo del siglo XXI”. Y el jueves cerrará con una reunión con el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, reafirmando la decisión de trasladar la embajada argentina a Jerusalén en 2026, consolidando un giro pro-Israel que ya había generado debate interno.

Analistas locales hablan de una “alianza del caos controlado”: la sintonía entre el anarcocapitalismo de Milei y el populismo de Trump podría redefinir el eje de poder en América Latina, atraer inversiones y contrarrestar la creciente influencia china en la región. En las redes sociales, el viaje provoca opiniones encontradas: mientras algunos celebran el “vuelo de la esperanza” hacia la recuperación económica, otros cuestionan si estos pactos alcanzarán para resolver la crisis cotidiana que se siente en barrios y comercios argentinos.

Mientras tanto, en Buenos Aires, el gobierno se mantiene en alerta: convocó una mesa política ampliada para unificar fuerzas antes de octubre. En el mercado, el dólar blue se estabilizó levemente, pero todas las miradas están puestas en los anuncios que podrían surgir de Nueva York. Para los analistas, si las conversaciones prosperan, Argentina podría evitar un default inminente y apuntalar su transformación económica; si no, el llamado “efecto Milei” en Wall Street podría volverse un boomerang.

Entre la bruma de Manhattan y la luz de las cámaras que siguen cada paso, Milei avanza en su desafío más crítico: traducir palabras, gestos y acuerdos internacionales en certezas para un país que espera resultados tangibles. El mundo observa.

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