A los 73 años, murió el escritor británico Martin Amis

Con una obra dedicada a caracterizar los excesos del capitalismo en el mundo occidental, la mayoría de las veces con humor porque, según sostenía, «la vida que está encargada de reflejar es también algo cómico», el escritor inglés Martin Amis abandonó a los 73 años este mundo pero no lo hará su refinada producción, un corpus de ficción y ensayos como «Dinero», «La información», «Tren nocturno» y «Visitando a Mrs. Nabokov y otras excursiones», en los que desde un registro satírico y costumbrista se expidió sobre el sexo, el resentimiento, los prejuicios de clase y otras cuestiones.

El narrador y ensayista falleció el viernes como consecuencia de un cáncer de esófago en su casa en Lake Worth, confirmó su esposa, la escritora uruguaya Isabel Fonseca.

La noticia de su muerte este sábado se superpone con la proyección en el Festival de Cannes de «La zona de interés», una película del director Jonathan Glazer basada en el libro homónimo del británico, que paradójicamente pese a haber sido protagonista de la conversación literaria durante los 80, hacía tiempo que su nombre sólo aparecía esporádicamente en los suplementos culturales.

Amis estaba entre el célebre grupo de novelistas que incluía a Salman Rushdie, Ian McEwan y Julian Barnes, cuyas obras definieron la escena literaria británica en la década de 1980. Junto con Christopher Hitchens, Barnes y Rushdie fueron los amigos con los que se construyó a sí mismo como escritor: sus recorridos compartidos están narrados en «Experiencia» y «Desde dentro», sus dos libros de memorias.

Su trayectoria

Estudiantes de Oxford y de Cambridge, llegados al mundo de la cultura en los años 70, impertinentes, apasionados en sus filias y en sus fobias, periodistas vocacionales, tempranamente desencantados con la izquierda y admiradores de la narrativa estadounidense, los tres jugaban a cambiar los títulos de los best sellers de su época reemplazando los términos trillados por palabras obscenas.

Nacido el 25 de agosto de 1949, Amis estuvo vinculado a la literatura desde muy pequeño. Su padre Kingsley era un afamado escritor y profesor universitario. De él, a quien calificaba como «el mejor novelista cómico de su generación», había heredado el sarcasmo como herramienta narrativa: Amis luchó todo lo que pudo para desmarcarse del ecosistema paterno y acaso se puede decir que lo logró creando un estilo sarcástico y filoso con el que diseccionó los contratiempos del capitalismo tardío.

Escribió su primera ficción en 1973, cuando tenía 24 años. Titulada «El libro de Rachel» llamó la atención de la crítica y obtuvo el Premio Somerset Maugham por su satírica y sombría visión de la revolución sexual, el rock, los años setenta y el conflicto entre generaciones. Más de una década después, en 1984, llegaría su consolidación con la publicación de «Dinero», donde construye una brutal crítica de la sociedad de consumo a través de la ironía y de un personaje, John Self, que como su nombre indica es egoísta y adicto a todos los vicios disponibles, aunque sobre todo sucumbe ante la visión del sexo y el dinero.

«Las tramas realmente importan solo en los thrillers y ‘Dinero’ es una novela de voz. Si la voz no funciona, estás jodido», dijo alguna vez el narrador en una entrevista concedida a The Paris Review. Centrada en ese protagonista obsesionado por el sexo en su versión más perversa y comercial, el texto fue mencionado por Robert McCrum en The Guardian como una de las 100 mejores novelas escritas en inglés.

«Dinero -escribió el crítico-. era un libro de la época que sigue siendo una de las novelas dominantes de la década de 1980». Fue además la obra que inauguró lo que se conoció como la Trilogía de Londres, integrada por «Campo de Londres» y «La información».

Amis publicó 15 novelas, varias obras de no ficción y memorias, entre las que sobresalen: «Desde dentro», «Tren nocturno», «Niños muertos», «La flecha del tiempo» o «La zona de interés». También investigó las atrocidades cometidas por el régimen stalinista, la guerra contra el terrorismo y el legado que dejó el Holocausto nazi. «Es difícil imaginar un mundo sin Martin Amis. Él era el rey: un estilista extraordinario, súper genial, un escritor brillantemente ingenioso, erudito e intrépido, y un hombre verdaderamente maravilloso», señaló su editor británico, Michal Shavit, tras conocer la noticia de su muerte.

A la par de literatura, Amis fue intelectual al que le gustaba interactuar públicamente en los medios de comunicación con opiniones, muchas veces controvertidas. Su fama de polemista despertaba resquemor, pero solía neutralizar a sus detractores u oponentes de turno con encanto y una retórica incontenible. Pese a esta habilidad, en los últimos 10 años, su nombre había desaparecido de la conversación pública, aunque nadie puede disputarle que pocos novelistas de su generación pudieron lograr una devoción tan persistente entre sus lectores.

Su amor por la literatura y su faceta periodística le llevaron a escribir obras de no ficción como «Visitando a Mrs. Nabokov y otras excursiones» (1993) donde homenajea con su particular mirada a algunos de sus autores preferidos como Graham Greene, J. G. Ballard, Anthony Burgess, John Updike, Julian Barnes, Salman Rushdie, Isaac Asimov o V. S. Naipaul. En «La guerra contra el cliché: escritos sobre literatura» (2001) y en su más reciente colección de ensayos, «El roce del tiempo» (2017), escribe, además de sobre Bellow y Hitchens, John Travolta y Donald Trump

En estos textos alejados de la ficción, Amis despliega una cartografía inflexible,

atravesada por el humor y la ironía, tanto de su Inglaterra natal como de Estados Unidos, país al que se trasladó en 2011 fijando su residencia en el neoyorquino barrio de Brooklyn. Sarcástico, satírico, con una carga de humanidad que a veces se permitía pequeñas dosis de ternura, el escritor no esquivaba ningún tema, por polémico que fuera. Una de sus mejores armas era el humor, su herramienta infalible. Le gustaba decir que a la ficción no le quedaba más remedio que ser un género cómico, porque la vida que estaba encargada de reflejar era también algo cómico. Hizo suyo el lema del escritor australiano Clive James, para quien el sentido común y el sentido del humor eran lo mismo.

Su legado

Amis deja tras de sí un legado que comprende un puñado de novelas de mérito extraordinario y algunas obras de no ficción excepcionales, entre libros de memorias y ensayos de crítica literaria. Una buena manera de sumergirse en su mundo es encarar la lectura de «Experiencia» (2000), la magnífica autobiografía intelectual que escribió en la cima de su madurez artística y literaria. Allí se explaya sobre la relación con su padre, reflexiona sobre la vida de una prima que fue asesinada y describe lo que sucedió cuando descubrió que era padre de una hija de 17 años, Delilah Seale , a quien nunca había conocido.

«Una biografía es la historia de un éxito, porque no se escribiría de una figura irrelevante o sin talento. Lo que ocurre es que el biógrafo empieza a sentirse relegado después de pasar un año o dos volcado en esa persona y, como lector, empiezas a escuchar esa vocecita en los libros que dice: ‘¿Qué pasa conmigo? ¿no soy yo interesante?’. Entonces el biógrafo empieza a volverse contra el tema del libro. Están resentidos por toda esa atención que ellos mismos están depositando», fundamentó Amis alguna vez su decisión de volver sobre su vida, con diferencia de dos décadas, en «Experiencia» y «Desde adentro».

A lo largo de las décadas, el escritor fue dando testimonio de la sociedad cambiante en la que le tocó vivir, mimetizando con su estilo, caricaturesco, costumbrista y satírico, los traumas de una contemporaneidad convulsa.

Fuente: Télam